Durante la Gran Cruzada y la Herejía de Horus, Azkaellon sirvió en la Guardia
Sanguinaria, los guardaespaldas de Sanguinius, como Heraldo del Primarca; y lucho a su
lado en Dalos, Esperanza Ciega y Signus Prime, entre otras muchas batallas.
Durante la Batalla por Terra el Emperador decidió asaltar el Espíritu
Vengativo para tratar de dar muerte a Horus. Sanguinius y Dorn le acompañaron, y junto con
ellos tres fueron la élite de sus hijos. Quienes tuvieron el honor de acompañar
a Sanguinius en su último viaje fueron precisamente los miembros de Guardia
Sanguinaria; pero Sanguinius, sabedor del destino que iban a tener todos ellos,
insistió en que Azkaellon permaneciese en Terra a fin de que la Guardia
Sanguinaria no se viene extinguida del todo y pudiese reconstruirse a partir de
ése único superviviente y servir como un faro de esperanza en los días que
estaban por venir.
Con todo el dolor de su corazón Azkaellon accedió a cumplir los deseos del
Primarca, ya que, aunque anhelaba volver a luchar una última vez junto a
Sanguinius, ni se le pasaba por la cabeza hacer peligrar la confianza depositada
en él.
Todos los hermanos de armas de Azkaellon y su propio padre murieron en el
Espíritu Vengativo; pero él fue la figura clave de los Ángeles Sangrientos en
los dolorosos y turbulentos años que siguieron al fin de la Herejía. La muerte
de Sanguinius les había dejado sin una línea sucesoria clara y diversas
facciones dentro de sus filas se estaban polarizando en torno a los principales
candidatos al puesto de Señor del Capítulo. Además, muchos
de sus hermanos habían muerto en Signus Prime o entre las ruinas de Terra, y los
efectos de lo que después llegaría a conocerse como "La Imperfección" empezaban
a extenderse, enturbiando el futuro de la antaño gloriosa Legión.
Sin embargo, fue Azkaellon quien en última instancia vió claro cual debía ser
el destino de los Ángeles Sangrientos. Fue defensor de la adopción del Codex Astartes, supervisó
la separación de la Legión en los diversos capítulos que existen hoy en día y se
aseguró de que el legado de Sanguinius y de la Guardia Sanguinaria perdurara no
sólo entre los propios Ángeles Sangrientos sino también entre sus capítulos
sucesores; argumentando que de entre todos los problemas y dudas que asaltaban a
los Ángeles Sangrientos su nuevo órden de batalla era lo menos preocupante.
No se guarda ningún registro sobre lo que fue de Azkaellon a partir de
entonces, pero su legado sigue vivo en los capítulos que creó. Los miembros de
la actual Guardia Sanguinaria, descendientes morales directos de Azkaellon,
creen que El Sanguinor es en
realidad Azkaellon, preservando contra el paso de los milenios por obra y gracia
del Emperador. La verdad,
como suele ser habitual, nunca podrá ser desvelada.
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