miércoles, 4 de julio de 2012

Neferata, La Reina de los Misterios

Las leyendas hablan de una antigua Reina Vampiro que reside en lo alto de las Montañas del Fin del Mundo. Muchos creen que no es más que un cuento de viejas. Sin embargo, algunos estudiosos saben la verdad. La Reina de los Misterios realmente existe, y aquellos que la conocen la llaman Neferata, que significa “la que es bella en la muerte” en el idioma de la antigua Nehekhara, la Tierra de los Muertos.

Se dice que es la misma decadente Reina Vampiro que huyó del saqueo de Lahmia. Si esto es verdad es terriblemente anciana, pues el Gran Río Mortis ha fluido durante más de tres mil años desde que tuvieron lugar estos eventos. Las leyendas dicen que ella creó la hermandad vampírica Lahmia para servirla, y es por su culpa que todas estas vampiresas hayan sido corrompidas por su sangre.

Físicamente se dice que Neferata es divinamente bella. Sus negras trenzas flotan alrededor de su hermosa cara, tan bella ahora como en su juventud, a pesar de que su piel es blanca como el alabastro, y que sus largos años haciendo el mal han borrado cualquier rastro de piedad y compasión de su cara. Tiene el aspecto de una doncella joven, y tan sólo en sus ojos amarillos puede leerse su corrupta e inmortal sabiduría y crueldad, pues sus recuerdos se remontan a una era antigua en que Zandri y Numas todavía eran grandes metrópolis y los habitantes del Gran Río aún construían pirámides.
El refugio de Neferata, denominado el Pináculo de Plata, está situado en lo más alto de las Montañas del Fin del Mundo. Desde allí controla a sus sirvientes no muertos y realiza expediciones de caza en busca de sangre. Su guarida en la montaña está llena de corredores, pasadizos y salas que se entrecruzan, creando un gigantesco laberinto. Trampas para atrapar a los intrusos y una horda de criaturas no muertas hacen de este lugar uno de los más peligrosos del mundo conocido.

En el corazón del laberinto del Pináculo de Plata están situadas las habitaciones particulares de Neferata. Estas opulentas salas son un eco del esplendor de su palacio real en Lahmia. Tesoros olvidados de la antigüedad, máscaras de oro y gemas raras brillan en la penumbra, iluminadas tan solo por la débil luz de las calaveras bañadas en playa que sirven de lámparas. Allí Neferata yace en un diván, bebiendo sangre de bellas jóvenes en copas doradas, y escuchando cómo sus cortesanas no muertas tocan arpas, flautas y laúdes para entretenerla. Las vampiresas de la hermandad Lahmia son sus ojos y oídos en el mundo exterior. A partir de sus informes traza sus planes y teje su telaraña de intrigas, pues el sueño de la Reina es esclavizar a todos los vampiros del mundo conocido y regresar a Lahmia al frente de un ejército no muerto, reclamar su trono y reconstruir el Gran Templo de la Sangre.

Neferata se deleita seduciendo a los mortales de corazón puro y causando su caída. Está especialmente orgullosa de los Caballeros Bretonianos, pues considera que su Código de la Caballería es muy fácil de explotar. Neferata conserva algunas de sus víctimas como amantes, mientras que a otras simplemente les chupa toda la sangre. A los mejor dotados de entre ellos los transforma en sirvientes no muertos, aunque pocos le divierten el tiempo suficiente para que llegue a plantearse la posibilidad de concederles el Beso de Sangre.

A veces los Cazadores de Brujas o los Caballeros de Bretonia reúnen algunas tropas para purificar el Pináculo de Plata, el refugio de Neferata situado en lo más alto de las Montañas del Fin del Mundo. Cuando llegan los ejércitos a sus puertas, Neferata abandona su hedonista indolencia para dar órdenes a sus lacayos no muertos. En estas ocasiones puede llegar a reunir un ejército de miles de zombis, tumularios y otras siniestras y malignas criaturas. Nadie que haya atacado el Pináculo de Plata ha regresado, excepto como sirviente no muerto de Neferata.

Neferata encuentra pocos rivales dignos de ella en combate, pues ella es la antigua Reina de los Misterios y su furia es terrible. Neferata conserva la mayor parte de los conocimientos mágicos perdidos durante la destrucción de Lahmia, antiguos rituales y misterios que sólo ella conoce.

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