viernes, 2 de noviembre de 2012

La Última Orden de Idaeus

En 999.M41 se detectó la corrupción del Caos en el mundo de Thracia, por lo que las fuerzas imperiales se movilizaron rápidamente para neutralizar el peligro. La mitad de la guarnición planetaria estaba corrompida. Y lo que era peor, los informes reflejaban la presencia de los Marines Espaciales del Caos de los Amos de la Noche.
Las fuerzas leales repelieron a los pobremente equipados traidores antes de que las unidades de la Guardia Imperial estuvieran en posición para lanzar una gran ofensiva contra la ciudad-capital de Mercia. Antes de poder lanzar el asalto, tenían que destruirse seis puentes en el flanco derecho imperial para evitar que las fuerzas del Emperador fueran atacadas mientras avanzaban. Las tormentas eléctricas impedían su demolición desde órbita, pero se creía que los puentes estaban defendidos solo por pequeñas unidades de rebeldes y, por tanto, eran vulnerables a un ataque terrestre. Se desplegaron algunos destacamentos de Ultramarines por medio de cañoneras Thunderhawk para capturar y destruir los puntes con cargas de fusión.


Puente dos-cuatro, una gargantuesca estructura de bloques de rococemento y vigas de adamantium, capaz de soportar el paso de tanques superpesados como el Baneblade, era el elemento central de toda la operación, por lo que sud estrucción fue asignada a la 4ª Compañía de Ultramarines. Tras un breve tiroteo, la guarnición rebelde fue repelida y el puente y ambos accesos fueron capturados. Mientras los Tecnomarines colocaban las cargas para destruirlo, el grueso de la Compañía Idaeus aseguró el acceso oriental, atentos a cualquier avance de las fuerzas del Caos por las llanuras cubiertas de niebla.
En pocos minutos empezaron a caer proyectiles sobre las posiciones de los Marines Espaciales. Cuando las primeras explosiones llenaron el aire, d ela niebla surgió un masivo contraataque del Caos en dirección al puente. La maniobra de los Ultramarines había sido anticipada por los Amos de la Noche, por lo que una fuerza considerable estaba atacando las posiciones de la 4ª Compañía. Aunque sus fuerzas estaban en apuros, Idaeus sabía que retroceder con la misión inacabada representaba dejar el flanco derecho imperial vulnerable.


Bajo el firme liderazgo de Idaeus, la 4ª Compañía retrocedió poco a poco, sacrificando sus vidas para ganar el tiempo suficiente para que los tecnomarines completaran su misión. Una vez colocadas las cargas, Idaeus hizo que sus hombres se retiraran por el puente y ordenó a la Thunderhawk una extracción mientras se preparaba para detonar las cargas. Los Ultramarines se retiraron ordenadamente; pero, antes de que el puente pudiera ser volado, el tecnomarine que llevaba los detonadores quedó desintegrado por el impacto directo de un obús. Y lo peor era que mientras la Thunderhawk se acercaba a la retaguardia de los Ultramarines, un cañón antiaréreo Hydra oculto la derribó.


Con la misión incompleta y su retirada cortada, los Ultramarines ocuparon los búnkeres y posiciones artilleras del extremo occidental del puente, preparados para defender la posición hasta el último hombre. Idaeus envió aviso al ejército imperial y ordenó que otra Thunderhawk recogiera a sus hombres. Durante el resto de la noche, los servidores del caos asaltaron el puente y cada vez fueron repelidos por disciplinadas descargas de proyectiles bólter. Cerca del amanecer, una pausa en los combates permitió a Idaeus la oportunidad de enviar un grupo a detonar manualmente los explosivos. La maniobra acabó en fracaso y ninguno de sus hombres fue vuelto a ver hasta el amanecer.


Al salir el sol, transportes rhino con los colores de los Amos de la Noche atravesaron el puente cubierto de cascotes. Los Ultramarines tomados prisioneros durante la noche habían sido clavados a los vehículos con sus cajas torácicas abiertas y sus entrañas esparcidas. Ardiendo de rabia, Idaeus dirigió una contracarga por entre los arcos del puente. Algunos dicen que la rabia del capitán ése día era tal que destripaba a sus enemigos a manos desnudas, y nadie puede negar que el ataque de los Amos de la Noche fue derrotado más rápidamente de lo que ningún defensor habría esperado. Sorprendidos por la valerosa rabia de los Ultramarines, los Amos de la Noche retrocedieron una vez más, dejando los cadáveres que tan inmisericordemente habían profanado en manos de los Ultramarines. El ataque fue repelido, pero no había duda alguna de que habría más antes de finalizar el día. Menos de una quinta parte de los Ultramarines que habían iniciado la operación seguían con vida, e Idaeus sabía que no podrían repeler un nuevo asalto. Ignorando las súplicas de sus sargentos, partió el sólo en un intento suicida de hacer volar el puente.


Corriendo entre los cascotes cubiertos de humo y acribillados por las balas, Idaeus llegó a la primera de las cargas de demolición justo cuando la thunderhawk de rescate aterrizó en el acceso occidental al puente, fuera del alcance de las posiciones antiaéreas enemigas. Activando el comunicador, Idaeus ordenó al resto de Ultramarines que se retiraran siguiendo las órdenes del Sargento Uriel Ventris mientras los Amos de la Noche iniciaban un nuevo asalto. Los Ultramarines supervivientes se retiraron bajo fuego hacia la thunderhawk e Idaeus esperó hasta el último segundo posible antes de detonar la primera carga. En una reacción en cadena, el resto de cargas explotaron destruyendo a Idaeus, el puente y buena parte de las tropas de los Amos de la Noche, que estaban realizando el asalto en una explosión que pudo oírse en kilómetros a la redonda.


Aunque el coste había sido alto, el ataque a través del puente dos-cuatro había sido neutralizado. Con el flanco derecho seguro, el ejército imperial avanzó sobre Mercia y aplastó toda resistencia en pocos días. Menos de dos meses después, el planeta volvía a estar bajo control imperial.

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